Por una noche con vida - Proyecto LIFE Natura@night

 

 

La contaminación lumínica consiste en luz exterior artificial excesiva, mal dirigida o intrusiva, y que se puede manifestar de varias formas:

 

Deslumbramiento

 

Molestias visuales derivadas de sistemos de iluminación mal orientadas o desprotegidas. La exposición directa a la luz reduce la capacidad de valorar la intensidad de la iluminación y dificulta la orientación. Los animales y las personas a menudo quedan deslumbrados y desorientados, pudiendo chocar contra infraestructuras.

 

 

Luz intrusiva

 

Luz mal dirigida hacia objetos o zonas donde no se necesita iluminación, como interiores de viviendas o zonas sensibles. Cualquier luz que penetre en el interior de la propiedad privada es inaceptable. Pueden afectar a la calidad de vida y el ritmo circadiano de las personas ya que dificulta el descanso durante el sueño.

 

 

Luz desordenada

 

Luz sobredimensionada por exceso de iluminación y/o luminosidad en relación a las necesidades reales. Existen normas europeas que estipulan la cantidad y el tipo de iluminación necesaria para áreas específicas.

 

 

Brillo difuso

 

Es el resultado de la luz que se emite de los sistemas de iluminación que emiten directamente al cielo o de la luz reflejada por las estructuras y las carreteras. El resplandor difuso o el resplandor del cielo no solo reduce nuestra capacidad de ver el cielo nocturno, sino que también interfiere con procesos naturales como la fotosíntesis y la migración animal.

 

Además de los impactos ecológicos, la contaminación lumínica genera desperdicio de energía. Gran parte de la energía producida para la iluminación exterior se disipa como consecuencia de una iluminación mal diseñada. La energía desperdiciada equivale a dinero mal invertido. La carga financiera de la contaminación lumínica es significativa y es un costo que se puede evitar fácilmente.

 

La energía perdida por la contaminación lumínica representa el 50% de la energía producida para el alumbrado público y le cuesta a la Unión Europea alrededor de 5.200 millones de euros al año. Esto equivale a 10 € por cada hombre, mujer y niño que vive en la UE.

 

En el contexto de la Macaronesia, asumiendo que se desperdicia la misma proporción de energía como contaminación lumínica, el coste por persona rondaría los 30 euros, y la carga financiera total de la contaminación lumínica en las islas sería de 36 millones de euros.

 

Una instalación de iluminación de calidad bien diseñada reduce el uso de energía en un 60-70%, ahorrando millones de euros al año.