Un estudio publicado recientemente en la revista Science reveló que la contaminación lumínica no solo afecta a las aves nocturnas, como ya se sabía, sino también a las especies diurnas, alterando significativamente su comportamiento.

 

La investigación, basada en más de 60 millones de registros acústicos de 583 especies de aves en todo el mundo, demostró que la presencia de luz artificial durante la noche prolonga, en promedio, unos 50 minutos al día el período de canto de las aves. El efecto fue particularmente evidente en especies con ojos grandes, nidos expuestos, hábitos migratorios y áreas de distribución amplias, especialmente durante la época de reproducción.

 

Aunque a primera vista la prolongación de la actividad vocal puede interpretarse como una mayor oportunidad para atraer parejas o buscar alimento, los científicos advierten que la realidad puede ser más compleja. La alteración de los ritmos naturales puede interferir en el descanso, reducir la producción de melatonina y aumentar el estrés fisiológico, lo que, a largo plazo, puede comprometer el sistema inmunológico y la capacidad reproductiva de las aves.

 

Actualmente, la contaminación lumínica cubre alrededor del 23 % de la superficie terrestre, lo que la convierte en una amenaza global para la biodiversidad. Además de prolongar el canto de las aves, ya se sabe que las luces artificiales desorientan a las especies migratorias, aumentan el riesgo de colisiones contra edificios iluminados y alteran las relaciones ecológicas, como la dinámica entre depredadores y presas.

Para los investigadores, los resultados de este estudio refuerzan la urgente necesidad de replantearse la forma en que utilizamos la iluminación nocturna. «Nuestras luces, encendidas sin pensar en la noche, están teniendo efectos amplios y, a menudo, sutilmente negativos sobre la vida silvestre», subrayan los autores. Reducir la contaminación lumínica no es solo una cuestión de ahorro energético o de calidad de vida para los seres humanos, sino una medida esencial para preservar los ritmos naturales y la salud de los ecosistemas.

Ricardo Gavina

En este contexto, el proyecto LIFE Natura@night, coordinado por la Sociedade Portuguesa para o Estudo das Aves (SPEA), ha venido implementando acciones concretas en los archipiélagos de la Macaronesia (Madeira, Azores y Canarias) con el fin de reducir la contaminación lumínica. El proyecto abarca, entre otras medidas, la cartografía de la luz artificial, la retirada de luminarias en zonas sensibles, la elaboración de planes maestros de alumbrado público, la introducción de legislación adecuada, así como acciones de sensibilización entre las comunidades y entidades locales.

 

Este conjunto de pruebas científicas e iniciativas de conservación demuestra que la contaminación lumínica es un problema medioambiental global, pero también que existen soluciones concretas para mitigarlo. El reto ahora consiste en ampliar estas prácticas y sensibilizar cada vez más a las comunidades, para que la noche vuelva a ser un espacio seguro para las aves y para toda la biodiversidad que depende de ella.